viernes, 27 de agosto de 2010

Centurión.

Lo he decidido. A partir de hoy se me conocerá como Etain. Me voy a dejar crecer el pelo, y voy a hacerme una coleta a medio teñir con él. Luego, pretendo poner de nuevo de moda las pieles. Por último, me compraré una lanza afilada e iré a vengar a mis padres que murieron en el asalto romano de...
*Bien, Laura, hora de tomarse la medicación*


Perdonad mi pequeña confusión. Fui a ver Centurión, la última de Neil Marshall, y aún sigo con los efectos secundarios. No es que fuera especialmente memorable. Ni un guión impactante, ni unos efectos especiales brillantes, ni unos actores fantásticos. Es entretenida. Solvente. Resucita el género de romanos desde hace demasiado tiempo olvidado.

Pero... ¿de qué va?
Trata las aventuras y desventuras de un grupo de soldados romanos, los únicos supervivientes al ataque picto a la novena legión. Por decirlo de una forma ''sutil y misteriosa'', todo les sale mal, y acaban teniendo que huir cual pequeños hobbits a través de las montañas del glacial norte de Britannia, perseguidos por la furia picta: Etain. Desde ahora, mi heroína. xDDD


La verdad es que tira bastante a inconstante. Para reclamar la atención del gran público, han contado con la presencia de dos grandes... ''buenorros'': por un lado Olga Kurylenko, modelo ucraniano-francesa, última chica Bond, perfectamente sádica como Etain, y Michael Fassbender, al que ya pudimos ver en Malditos Bastardos, como sexy y sudoroso centurión romano.  Tiene momentos de gran tensión, y unos cuantos pasajes soporíferos. Y encima, todo mezclado sin ton ni son. El guión tiene grandes fallos, como cuando deciden adentrarse en territorio picto, al final para nada; o como cuando deciden, espontáneamente, detener su torturadora huida y luchar. Gracias a las grandes dosis de sangre -casi tanto como en una peli de Tarantino- la película no pierde interés por esos fallos, pero hacen que lo que podía convertirse en una digna sucesora del más puro Gladiator, se archive y se olvide.

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